Historias personales de un chiclero

Hablemos de las historias personales de un chiclero…

Sin duda, las historias de los productores de chicle natural en la selva maya, los “verdaderos guardianes de la selva”, son mágicas, fascinantes, llenas de sabiduría y misterios.

El desarrollo contemporáneo de la actividad chiclera en la selva maya inició hace un siglo, el día hoy sigue vigente, siendo una de las actividades económicas más importantes para la región. Además, la memoria histórica de los chicleros ha arrojado muchísimos testimonios, historias y experiencias en los diferentes campamentos chicleros donde desarrollan su fascinante trabajo.

Aquí te contamos algunas historias por parte de estos guardianes de la selva maya y su experiencia con el chicle:

• P. Arguelles (81 años).

“Tuve la oportunidad de trabajar en lo del chicle de 1922 hasta 1955 en muchos lugares del Estado de Q.Roo, empecé cerca de Cancún, en algunos campamentos: La mula muerta, El Agua apestosa, cerca de Buenaventura, en donde a siete kilómetros llegabas a un lugar llamado La Vega y cerca de ahí estaba Paamul. Salía una vía de ferrocarril desde Leona Vicario, con varias estaciones. Yo estuve trabajando en Tres marías y en Moctezuma, donde estaba la estación central de la familia Baduy. Después, ya en el sur trabajé en Laguna guerrero, donde llegaba por un camino cerca de la costera de Bacalar, ahí estuve en los campamentos chicleros de Buenavista”.

• Marco Dionisio Cach Chu (66 años), comisario ejidal de X-Yatil:

“Nuestros abuelos trabajaron el chicle, ha sido un trabajo muy bueno para nosotros, durante todo este tiempo, el chicle es un trabajo fundamental para la comunidad, pues hace 100 años los primeros pobladores precisamente fueron productores de este producto de la selva maya.”

• Felix Zima (79 años).

“Yo fui chiclero por 50 años solo hasta que la vista ya no me permitió y tuve que dejar la actividad, mis abuelos fueron trabajadores de chicle, andando con ellos en el monte aprendí, no me importaba el riesgo de caerme, me enamoré de este trabajo y por ello dediqué 50 años a la extracción del chicle. Hasta la fecha, el Consorcio Chiclero me apoya con medicamentos y otras prestaciones, aun cuando deje de chiclear hace 10 años”.

• Alfredo Rodríguez, ejido de Tres garantías.

“Yo solo necesito mi machete, unas botas armadas con espuelas y una cuerda para subir unos siete metros de la corteza del árbol, de abajo hacia arriba, creando un camino en zigzag para que escurra la resina del chicle”.

“Yo he escalado árboles de chicozapote desde los 15 años y me he caído dos veces, y yo sigo subiendo al árbol pues Dios tiene otro destino para mi”

• Macario Leyva (46 años), ejido de Noh Bec.

“Durante más de 100 años, hemos enfrentado altas y bajas, la caída del precio en los mercados internacionales y la competencia de gomas de mascar sintética nos llevaron a enfrentar crisis económicas importantes, pero nada nos ha desalentado, ni siquiera el paso del huracán Dean en 2007, aunque nos hizo descender la producción de chicle de180 a 200 toneladas por temporada a solo 40 toneladas en el ciclo 2007-2008. Nos afectó en la producción, pero no en el ánimo, seguimos trabajando para seguir avanzando en este sueño y estamos en el camino correcto con la producción y comercialización de chicle orgánico libre de químicos.

Después de décadas de lucha y trabajo, por fin este 2009 será el despegue y podremos hacer realidad nuestro sueño y de nuestros padres. Es el año del despegue del chicle orgánico Chicza, tenemos la oportunidad de lograr ingresar al mercado europeo con un producto propio e innovador, que ha logrado posicionarse entre los 20 productos más novedosos de la feria Biofach en Alemania, me llena de orgullo que después de más de 100 años de trabajar como chicleros, vendiendo marquetas, ahora tenemos nuestra marca propia”.

• Gregorio Martínez López, ejido Nicolás Bravo.

“Durante el siglo XX la actividad chiclera como el corte de maderas representó el motor económico para la población del entonces territorio federal y hoy constituido como estado de Quintana Roo, pero en realidad el Plan Piloto Chiclero (Chicza), fue el que dio un valor agregado a la resina que trabajamos. El Consorcio Chiclero ha representado un avance económico para nosotros”.

• Alfonso Valdez Ruiz+, ejido Nuevo Becal.

“Yo soy el productor con más años en la actividad chiclera y la elaboración de este producto comienza con el calado del árbol de chicozapote para extraer el látex a través del escurrimiento por canales conectados, la resina la coloco en un cazo a fuego lento, para que con mis movimientos circulares se realice la cocción y la deshidratación para obtener la goma. Después lo pongo en un bastidor de madera para darle forma.

El siguiente paso es esperar a que se seque para llevarlo a la fábrica, ahí le agregan sabor y lo exportamos a Bélgica, Alemania, Holanda, Inglaterra, Estados Unidos y Canadá”.

• Raymundo Terrón (68 años), ejido de Tres garantías.

“Luego de que la corteza del árbol es rebanado, tiene que pasar siete años para que cierre la herida y estar listo para la cosecha en la época de lluvias entre agosto y febrero, este es el ciclo de la vida, por ejemplo, cuando una mujer da a luz, es con dolor y cuando el chicozapote da la resina, la da con dolor cuando el chiclero la pica”.

¡Mercados y conservación son posible!

Con Chicza, descubres la selva maya.

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